El sábado 31 de octubre de 2015 alrededor de unos 60 peregrinos nos concentramos en la puerta de San Miguel de la Catedral de Sevilla para iniciar la primera etapa de la Via de la Plata entre Sevilla y Guillena. Anteriormente un grupo numeroso de peregrinos escuchamos misa de 8.30h (sabatina) en la catedral y a la finalización de la misma fuimos bendecidos.
Tras partir de la Catedral las flechas y los azulejos nos conducen por una serie de calles hasta abandonar la ciudad; pasamos el Puente de Triana y tras pasar la capilla del Cachorro, en las escalinatas donde se encuentra el mural de la catedral de Santiago y el miliario nos hicimos la foto correspondiente al inicio del Camino.
Atravesamos el río Guadalquivir, el camino es completamente llano, y en el horizonte muy pronto vemos la silueta de la Torre del Monasterio de San Isidoro del Campo, es nuestra referencia en el camino para llegar a Santiponce. Atravesamos Santiponce por su calle principal y al final de la misma nos encontramos las ruinas de la vieja Itálica que quedan a nuestra izquierda. En este lugar hicimos un alto en el camino que aprovechamos para descansar y reponer fuerzas que nos harían falta para terminar la etapa.
Una vez hecho esto continuamos por el arcén de la carretera hasta coger la famosa recta de emasesa que nos conduce a Guillena. Es una recta sin fin con algunos toboganes y entre campos de algodón, más recta que un bordón, a los cuatro kilómetros aproximadamente nos encontramos con el cauce del Arroyo de los Molinos que en esta época no lleva agua y lo salvamos sin ninguna dificultad. Peor suerte tendrán los peregrinos en el invierno y primavera hagan esta etapa y sus aguas impidan poder vadearlo y al carecer de una puente o pasarela se convierte en una vergüenza por las dificultades que han de pasar los peregrinos en atravesarlo.
Tras superar el arroyo Molinos divisamos Guillena ya en el horizonte, continuamos en línea recta por la pista, salvamos el último obstáculo, el arroyo Galapagar, antes de entrar en Guillena. Climatológicamente el día nos acompañó, pues nos hizo una temperatura muy agradable, estuvo nublando y el sol prácticamente no apareció y a esto le añadimos que de vez en cuando nos caían unas gotitas que nos refrescaban y nos ayudaban a caminar. Al acompañarnos la buena temperatura y la ausencia del sol, la recta de emasesa se nos hizo mucho más llevadera.