Crónica de la salida a la Vía de la Plata. De Guillena a Castilblanco de los Arroyos. 4-marzo-2017
Todas las previsiones meteorológicas nos decían que el fin de semana habría lluvia y se cumplió. El sábado amaneció, como era de esperar, con una lluvia fina, sin apenas viento; la cual nos acompañó prácticamente toda la mañana, aunque hubo intentos de salir el sol, éste no salió hasta la tarde. A pesar de que estamos en invierno, no hacía mucho frío.
Debido a estas circunstancias hubo numerosas bajas en la salida, unos avisaron y otros simplemente no se presentaron. Al final fuimos 30 personas, a ver que nos encontrábamos en nuestro caminar hasta Castilblanco.
El autobús nos dejó, como siempre, a la salida de Guillena; lugar donde se encuentran varios bares y un puesto de calentitos. Allí desayunamos. La salida de Guillena es por la carretera de Burguillos. Últimamente íbamos caminando por el arcén de la carretera hasta llegar al polígono industrial; en esta ocasión recuperamos el antiguo trazado y fuimos por la parte derecha de la carretera por un camino que va paralelo a ella hasta encontrarnos con un miliario de los modernos, para cruzar la carretera y entrar en el polígono. Callejeamos y cogimos el camino que coincide con la Cañada Real de las Islas, antigua vía pecuaria por la que transitaba el ganado entre Doñana y Sierra Norte sevillana. Aquí empieza nuestra aventura, nuestras penalidades y nuestra pelea con el barro.
El camino en esta primera parte está totalmente inundado, lleno de agua y en donde no había agua, había gran cantidad de barro. Se hacía tan complicado el caminar, que muchos optaron por salirse del camino e ir caminando entre los olivos, aprovechando las líneas de hierba para no hundirse en el barro, pero también tenía su dificultad, pues había grandes extensiones encharcadas que te obligaban o a dar un gran rodeo para salvarlas o atravesar simplemente por el agua las zonas encharcadas. A estas alturas del camino daba igual ya el mojarte, pues íbamos de agua y barro hasta más allá de la pantorrilla.
El camino va en leve ascenso, que no impedía la formación de grandes charcos, hasta Castilblanco, con algunos toboganes.
Llegamos a la primera cancela, que en este caso es un paso canadiense, nos encontramos con ganado vacuno al lado mismo del camino, totalmente inofensivo.
A partir de aquí el paisaje cambia, entramos en la primera dehesa de la Vía de la Plata, éste será el paisaje predominante a lo largo del camino hasta Salamanca. Empezamos a ver alcornoques y encinas... Vemos un cartel en varios idiomas de la existencia de un pozo, para que el peregrino sacie su sed.
El camino continúa por un sendero en ligero ascenso que está muy erosionado, con zanjas profundas, cubiertas de agua y más barro. El barro ocasionó que se produjeran numerosas caídas.
Salimos a la carretera, de Sevilla a Castilblanco, por un lugar donde se encuentra un miliario moderno. La carretera tiene mucho tráfico, la cruzamos y seguimos por una senda que va paralela al arcén y evita pisar el asfalto. Al final nos esperaba Castilblanco y Loli con sus dulces.
Etapa corta, en cuanto a kilometraje, pero que se hizo larga y penosa debido sobre todo al barro, más que a la lluvia; que nos hizo ralentizar nuestro caminar y hacer mucho más tiempo de lo normal para completar la etapa.