CRÓNICA DE LA VISITA CULTURAL “LAS HUELLAS SANTIAGUISTAS EN SEVILLA” 14 DE ABRIL DE 2023
A la lorquiana hora de las cinco de una tarde primaveral-veraniega nos reunimos los asistentes a esta jornada de paseo en busca de las huellas santiaguistas en nuestra ciudad con Manu nuestro guía.
El lugar de encuentro fue la antigua plaza de López Pintado, hoy rotulada de Jesús de la Redención, titular de la hermandad que reside en la Iglesia de Santiago cuya entrada principal da frente a dicha plaza. El templo tuvo sus orígenes en un edificio almohade, probablemente una mezquita de la que la referida plaza sería su patio de abluciones.
Tras la conquista de Sevilla por el reino de Castilla, se inicia en la ciudad un proceso de repartimiento de la misma entre los señores y órdenes militares que han colaborado en la campaña guerrera. Producto de dicho reparto inmobiliario es la entrega en 1274 del edificio almohade a la Orden de Santiago.
Tras diversas reconstrucciones y ampliaciones, el edificio se sacraliza y a lo largo de la historia, en que sufrió las consecuencias de diversos seísmos e incendios, el templo va sufriendo sucesivas remodelaciones hasta llegar al estado actual en el que de nuevo ha estado sometido, durante casi dos años, a obras de rehabilitación que han afectado fundamentalmente a las cubiertas pero que, gracias a las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo simultáneamente, han arrojado luz sobre la historia del inmueble.
Por culpa de no estar reabierta al culto, por estar pendiente de tareas de limpieza y montaje del mobiliario desplazado por las obras, no se pudo acceder al interior de la Iglesia, pero nuestro guía hizo referencia a algunas de las obras artísticas existentes en ella, entre las que destaca el cuadro de grandes dimensiones que representa a Santiago en la batalla de Clavijo, obra de Mateo Pérez de Alesio (siglo XVI), y que presidía el retablo mayor aunque ahora ha sido desplazado a los pies de la nave de la Epístola.
En el exterior de la Iglesia pudimos contemplar dos imágenes de Santiago: un retablo cerámico en la fachada que da a la calle Santiago, que muestra la aparición de la Virgen al Apóstol donde Ella le muestra la imagen de la Virgen del Pilar, y una curiosa veleta de forja que remata la espadaña con la cruz de Santiago y la figura del Apóstol galopando a caballo con una gran lanza mientras que un musulmán yace postrado en tierra.
Como siguiente etapa del recorrido nos dirigimos a la Iglesia de Santa Catalina. Allí Manu nos explicó que la portada ojival del templo no es originaria del mismo, ya que procede de una iglesia desacralizada en el siglo XIX, la de Santa Lucía, cuya fábrica aún se mantiene en la calle del mismo nombre, albergando dependencias culturales de la Junta de Andalucía.
Asimismo nos explicó la distribución por zonas de la ciudad de las órdenes militares que colaboraron en la conquista cristiana de Sevilla. La de Santiago, la de San Juan de Acre y la de Calatrava se asentaron fundamentalmente en la zona de San Lorenzo-San Vicente, mientras que a la de los caballeros de Alcántara se les donaron terrenos de la zona de la citada iglesia de Santa Lucía.
Manu nos habló de las referencias santiaguistas que tiene la hermandad de la Exaltación radicada en esta Iglesia de Santa Catalina, con la cruz de Santiago en su escudo y en sus túnicas. Como ella hay varias hermandades sevillanas con estas referencias, ya sea el símbolo de la cruz o imágenes del Apóstol acompañando a Jesús en pasos de misterio o en elementos ornamentales en canastillas y palios.
Siguiendo con las referencias cofrades, nos habló de la hermandad del Amor, uno de cuyos titulares es Santiago el Mayor y en la que los nazarenos de su paso de la Borriquita llevan bordada la cruz de Santiago en la túnica. Esta hermandad se fundó en la Iglesia de Santiago y estuvo algunos años, a principios del siglo XX, residiendo en la iglesia de Santa Catalina. La hermandad es beneficiaria de una bula papal por la que quien visite al Cristo del Amor los días 24 o 25 de julio de los años santos compostelanos tendrá los mismos beneficios que si hubiera realizado la peregrinación al sepulcro del Apóstol.
Continuando con el paseo llegamos hasta la iglesia de San Pedro. En su exterior pudimos contemplar un retablo cerámico que representa la aparición de la Virgen del Pilar a Santiago, reproducción del grupo escultórico existente en una capilla del interior de este templo.
De aquí seguimos caminando hasta la capilla de San Andrés en la calle Orfila, sede de la hermandad de los Panaderos en cuyo paso de misterio aparece la figura de Santiago, obra del escultor Castillo Lastrucci, acompañando a Jesús en el momento de su prendimiento. Los nazarenos de esta cofradía portan también la cruz de Santiago en sus túnicas.
A continuación marchamos hasta la plaza del Duque donde nos detuvimos ante el monumento a Velázquez, obra en bronce de Antonio Susillo que lo plasmó inspirándose en el autorretrato que el pintor realizó en el cuadro de las Meninas, incluyendo la cruz de Santiago bordada en su vestimenta. Allí Manu nos comentó la anécdota de que el cuadro se pintó tres años antes de que Velázquez fuese admitido en la Orden de Santiago. Sobre esa contradicción existe todo tipo de teorías pero la dominante es que Velázquez tuvo ese atrevimiento como forma de ejercer presión para acelerar su nombramiento lo que consiguió en 1559 y del que disfrutó apenas un año, pues falleció en 1560.
Siguiendo el paseo llegamos a la plaza de San Lorenzo, ya en la collación en la que las órdenes militares se hicieron con buena parte de su extensión con el repartimiento. Siguiendo con la narración de referencias santiaguistas, Manu nos habló de la desconocida capilla funeraria de los Esquivel en la iglesia de San Juan de la Palma, realizada en el siglo XVI a iniciativa de Alfonso de Esquivel, caballero de la Orden de Santiago, y donde aparece la figura de Santiago en las pinturas murales allí existentes.
El barrio en donde nos encontramos era, en el momento de la conquista castellana, un territorio de huertas con escasísimas edificaciones; eso facilitó la entrega de grandes extensiones de terrenos a las órdenes religiosas y militares y el posterior desarrollo urbano de calles rectilíneas en cuadrícula.
Centrándonos ya en la historia de la presencia santiaguista en estas collaciones de San Lorenzo y San Vicente hay que referirse a la figura fundamental de Lorenzo Suárez de Figueroa, maestre de la Orden de Santiago, y a cuya iniciativa se debe la creación del convento de Santiago de la Espada en el año 1405. Tras su muerte fue enterrado en su iglesia y tras la desamortización y exclaustración del convento, sus restos fueron depositados en el Panteón de Sevillanos Ilustres sito en la cripta de la iglesia de la Anunciación. El desarrollo edificatorio del convento fue paulatino y en el momento de mayor desarrollo contó con dos iglesias contiguas, pero luego los terremotos e incendios fueron mermando su patrimonio construido. Se habla de que el incendio acaecido en 1772 que destruyó la parte edificada con cubierta de madera de la actual iglesia estuvo activo durante 48 horas.
En 1835 la congregación de monjes que residía en el convento se ve obligado a abandonarlo, tras la desamortización. En 1844 el edificio sufre otro importante incendio. El proceso de deterioro se acelera notablemente, mientras el edificio pasa a tener un uso industrial e incluso de corral de vecinos. Gracias a la intervención del erudito sevillano José Gestoso se logra frenar un proceso que parecía irremediable, al convencer al arzobispo Sanz y Flores para que adquiera el inmueble y lo ceda a las monjas mercedarias del convento de la Asunción que habían tenido que abandonar su sede en la plaza del Museo (en la esquina de las calles Alfonso XII y San Vicente), al ser expropiado el edificio en 1868. En 1895 las monjas se trasladan a este edificio que se pone bajo la advocación de la Asunción de la Virgen.
En la actualidad, el convento comparte sus instalaciones con el colegio Nuestra Señora de la Merced, centro concertado de educación infantil y primaria que dirige la comunidad mercedaria.
Cuando accedimos al convento nos dirigimos directamente a la iglesia, allí pudimos admirar las bóvedas gótico-mudéjares de su única nave y de la colindante sacristía que se libraron de los daños por incendios sufridos por el edificio. En el presbiterio se exponen esculturas de la Virgen de la Asunción, de San Pedro Nolasco (fundador de la orden mercedaria) y de Santa María de Cervellón (monja de la orden), aparte de un cuadro que representa a Santiago en la batalla de Clavijo.
En la zona gótico-mudéjar de la nave se exponen esculturas de San Juan Bautista, de San Juan Evangelista y de San José. Temporalmente no está colocada en su hornacina del muro izquierdo la imagen medieval de la Virgen de la Merced, ya que ha estado en la exposición que sobre el Santo Entierro se ha celebrado recientemente en la fundación Cajasol y está pendiente de su reposición a su ubicación habitual. En la parte de la iglesia con cubierta de bóveda de cañón, producto de su reconstrucción tras el incendio de 1772, están expuestas las esculturas de San Pedro, San Pablo, San Ramón Nonato y la Trinidad.
Desde la iglesia pasamos a visitar la sacristía, espacio de grandes dimensiones donde se expone una importante colección de casullas y en donde, en una esquina y sin afán de protagonismo nos encontramos con una pequeña y anónima escultura de Santiago Matamoros.
Para terminar la visita nos hicimos unas fotos de grupo delante del presbiterio y salimos con una cierta urgencia, porque las monjitas tenían a las siete de la tarde una celebración en el coro de la iglesia. Ya en la calle nos despedimos y algunos nos dirigimos en busca de un cafelito después de este agradable e instructivo paseo que tendrá su continuidad el próximo día 20 de mayo en que visitaremos otro convento sevillano, el de San Leandro, donde disfrutaremos de su magnífico patrimonio artístico y, el que lo desee, de sus exquisitas yemas.
Fotos del Evento