Crónica de la Salida Cultural del 19-02-2022 (La Sevilla Mudéjar. La Iglesia de Santa Marina)
A las 11 horas de una mañana soleada y junto al Arco de la Macarena se inició esta sexta visita cultural del curso 2021-22 organizada por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Sevilla y dirigida por Manu nuestro guía.
Antes de iniciar el recorrido a pie, Manu disertó sobre el antiguo arrabal de la Macarena que se desarrolló extramuros y que tuvo su eclosión con motivo de la construcción del hospital de las Cinco Llagas, hoy Parlamento de Andalucía y magnífico ejemplo de la arquitectura renacentista, ejecutado siguiendo el modelo de los hospitales italianos pero con la salvedad de que aquí la iglesia se levanta exenta, en lugar de en el cruce de las naves edificadas.
A nuestro lado se levantaban los andamios de las obras de rehabilitación que se están llevando a cabo en la antigua puerta de la Macarena del recinto amurallado. En dichas obras se están desarrollando importantes labores arqueológicas que están poniendo al descubierto detalles desconocidos de las sucesivas modificaciones que la puerta ha tenido desde su origen musulmán hasta nuestros días. Lo más llamativo ha sido el descubrimiento de una garita abierta en uno de sus muros laterales que, hasta el momento permanecía tabicada y que se mantendrá a la vista cuando se den por finalizados los trabajos que se están llevando a cabo.
En lo que se refiere al tema de la visita, se señaló que el sector noreste del casco antiguo de Sevilla destaca por el alto número de iglesias gótico-mudéjares existentes: San Julián, Santa Lucía (ya desacralizada), San Gil, Santa Marina, San Marcos, San Román y Omnium Sanctorum.
Iniciando el paseo nos dirigimos a la iglesia de San Gil. Antes de acceder a su interior, en la calle San Luis, Manu nos comentó que estábamos en la que antiguamente se llamaba calle Real por ser el trayecto habitual que seguían las comitivas reales cuando llegaban a Sevilla y, entrando por la puerta de la Macarena, recorrían la ciudad de norte a sur hasta llegar a su residencia en el Alcázar. La larga calle Real se dividía en tres tramos, en función de la iglesia más cercana: calle Real de San Gil, calle Real de Santa Marina y calle Real de San Marcos. La tradición de este acceso regio se rompe con Felipe II que entra en la ciudad por la puerta de Goles en 1.570, pasando dicha puerta a denominarse desde ese momento como puerta Real.
El estilo gótico-mudéjar es la simbiosis del gótico que traen los conquistadores castellanos con el mudéjar que sigue la tradición local de la arquitectura musulmana. Es una arquitectura que se labra con fábricas de ladrillo y excepcionalmente con piedra que se reserva para puntos muy concretos como las esquinas y bases de las torres, las portadas principales, puntuales arquivoltas y molduras de las portadas laterales, las ventanas y las nervaduras de las bóvedas interiores. Las iglesias responden a un mismo tipo edificatorio: tres naves, la central de mayor altura, cubiertas por artesonados de madera y ábside poligonal cubierto con bóveda nervada.
Estas iglesias tuvieron su origen en anteriores mezquitas que cuando los castellanos entran en la ciudad, con el rey Fernando III al frente, las sacralizan. Es su hijo Alfonso X el que inicia el proceso de demolición de las mezquitas y su sustitución por templos netamente cristianos. Pero estos nuevos templos se ven gravemente afectados por el terremoto ocurrido en 1356 lo que obliga a importantes obras de remodelación en tiempos del reinado de Pedro I, en las que concreta la imagen con que prácticamente han llegado a nuestros días.
Entramos brevemente en la iglesia de San Gil, donde Manu nos explicó que el artesonado de la techumbre de esta iglesia, como el del resto de las iglesias de esta zona de Sevilla, no es el original. Los incendios sufridos desde la antigüedad hasta épocas recientes, intencionados o accidentales, ha obligado a sucesivas reposiciones.
La iglesia de San Gil era una edificación exenta hasta que con motivo de la edificación de la basílica de la Macarena, ésta se adosó a su fachada norte, desapareciendo la calle existente y quedando la portada lateral de San Gil embebida en el interior de la basílica.
Desde San Gil, caminando por las calles Pozo y Relator, llegamos a la actual iglesia anglicana de San Basilio. Adquirida por esta confesión religiosa dentro del recinto del que fue convento de la orden del mismo nombre fundado en el siglo XVI y que tras la desamortización de 1835 pasó a tener usos industriales, como fábrica de harina o almacén de maderas, para terminar siendo un núcleo residencial. En este convento se fundó en 1595 la hermandad de la Macarena, la cual se trasladó en 1653 a la iglesia de San Gil, desde la que se mudó a su emplazamiento definitivo en 1949. En el altar mayor de la iglesia del convento estuvo el cuadro de San Basilio de Francisco Herrera el Viejo que hoy puede verse en el Museo de Bellas Artes.
De aquí nos dirigimos al palacio de los marqueses de la Algaba, pero antes hicimos una parada en el cercano pasaje de Amores, coqueta calle con acceso techado que comunica la calle Amargura con la de San Basilio, realizada por un tal Manuel Amores, al que debe su nombre, en el contexto de una operación edificatoria del siglo XIX en terrenos que pertenecieron al citado palacio.
A continuación nos desplazamos hasta la plaza de Calderón de la Barca delimitada por el mercado de la Feria, la iglesia de Omnium Sanctorum y el Palacio de los Marqueses de la Algaba. Allí Manu nos habló de esos tres edificios y del pasadizo elevado que unía el palacio y la iglesia para acceso de los propietarios del primero al interior de la parroquia, pasadizo que desapareció a mediados del siglo XIX.
La construcción del palacio se inicia en 1474 a iniciativa de D. Juan de Guzmán y Torres, cuyo título era el de señor de la Algaba (el marquesado llegaría con posterioridad). En el siglo XVI el palacio se enriquece con mármoles traídos de Italia, pero después de años de esplendor cae en un proceso continuado de deterioro en el que se enajenan partes del mismo y termina siendo casa de vecinos en su patio principal, cine de verano en sus jardines y almacenes de los puestos del mercado colindante en el frente a la plaza. Finalmente entra en proceso de ruina y lo adquiere el Ayuntamiento de Sevilla que procede a su rehabilitación-reconstrucción y lo destina a sus servicios de Participación Ciudadana y a centro museístico del Mudéjar sevillano. Desde la plaza puede contemplarse la magnífica portada de piedra en planta baja y labra de ladrillo visto bicolor en planta alta con ventanas de arcos polilobulados y parteluz de columnita de mármol sobre antepecho alicatado en el que desgraciadamente desapareció el escudo de armas de los Guzmanes.
A continuación pasamos al interior del palacio donde pudimos recorrer su patio principal con galerías perimetrales y grandiosa escalera de acceso a la planta alta, donde están las salas en que se exponen interesantes piezas del arte y artesanía mudéjar. En la sala principal puede admirarse además su magnífico artesonado original de cubierta, que por suerte se ha conservado a pesar del deterioro que llegó a sufrir el edificio.
Desde el palacio iniciamos el paseo hasta la iglesia de Santa Marina con breve parada en la calle Divina Pastora, antigua calle de Alcalá que debía dicho nombre al señorío de Alcalá de los Gazules al que pertenecía la casa-palacio que daba frente a esa calle y donde posteriormente se levantó el noviciado de San Luis de los franceses.
Andando unos pocos pasos más nos encontramos en el pequeño ensanche de la calle San Luis al que da la fachada de la iglesia de Santa Marina. Allí se nos explicó que dicha iglesia data del siglo XIII, y que tuvo añadidos en los siglos XIV y XV. Su portada pétrea se ha conservado aceptablemente bien y en ella destacan escenas de la vida de la santa a la que está dedicado el templo en el friso horizontal, la imagen de Dios Padre sobre los arcos ojivales de la puerta, las imágenes salientes de cuatro santas (Bárbara, Margarita, Catalina y Marina) y las cabezas de león entre arcos de herradura de la franja superior.
Antes de acceder al interior de la iglesia fuimos bordeándola para contemplar las portadas laterales y el ábside poligonal donde sus ventanales, al igual que el rosetón central de la fachada principal, están cerrados con alabastro, lo que genera una agradable iluminación matizada en el interior del templo.
Una vez en el interior del templo se nos habló de las características generales del mismo y como se corresponde con la tipología propia de los templos gótico-mudéjares. Su cronología inicial responde igualmente a la misma que el resto de estas iglesias. Más recientemente el templo vive una serie de avatares, algunos desgraciados que en resumen son los siguientes:
1868: La Junta Revolucionaria promulga su demolición, que no llega a producirse.
1869: Un incendio fortuito destruye la techumbre mudéjar original.
1911: Pierde la condición de parroquia.
1931: Es declarado Monumento Nacional.
1936: Es incendiada en los momentos iniciales del levantamiento militar. Tras lo cual las hermandades de la Divina Pastora y la Sagrada Mortaja que residían en el templo, se trasladan para no regresar.
1981: Se cede a la hermandad del Resucitado, para su uso y mantenimiento.
1981: Nuevo incendio, esta vez accidental.
1987: Finaliza la última de las restauraciones llevadas a cabo.
En un recorrido por las capillas adosadas a las naves laterales, fuimos visitando las siguientes:
En la nave norte: Capilla bautismal con bóveda gallonada reconstruida en 1906. Capilla de la Divina Pastora, similar a la anterior y que conserva restos de frescos barrocos en su bóveda. Capilla sacramental con columnas y capiteles de acarreo, provenientes de otros edificios, y bóveda gallonada sobre trompas; en ella destaca el frente alicatado del altar y que originalmente fue el cierre del enterramiento del caballero Pedro Ruiz de Inestrosa, del siglo XIII.
En el altar mayor se nos mostró el enterramiento de D. Pedro Mejía, cronista oficial del emperador Carlos V y la magnífica talla del resucitado, obra de Francisco Buiza de 1975 y que procesiona en la mañana del Domingo de Resurrección.
Por último nos detuvimos en la antigua capilla de la hermandad de la Piedad, en la nave sur. En ella destaca la magnífica bóveda semiesférica con yeserías originales que descansa sobre un doble sistema de trompas. Allí estuvo preparado un sepulcro para un enterramiento que no llegó a producirse el de Felipe, hijo de Fernando III, obispo de la ciudad, y que renunció a los hábitos para casarse con Cristina, princesa noruega que según parece no se adaptó a la vida sevillana (¿se la trajo en agosto?) y murió tempranamente con mal de melancolía (¿añoraría el fresquito de los fiordos?).
Como colofón de la visita subimos a la torre de la iglesia por unas escaleras de altos peldaños para llegar al cuerpo de las campanas desde donde disfrutamos de las buenas vistas del entorno que desde allí se contemplan.
A la 13,30 se dio por finalizada la jornada cultural y los establecimientos hosteleros del barrio recibieron a sus participantes con agrado, cervezas fresquitas y tentempiés reparadores.
Fotos del Evento