Crónica de la visita Cultural del 5 de Marzo de 2.022
“EL HOSPITAL DE LA CARIDAD”
Con la presente visita se daba por terminada la iniciada el 5 de febrero y que no pudo culminarse debido a un error de los servicios de control de accesos del hospital de la Caridad.
A las cinco y media de la tarde nos citamos en la puerta del hospital para iniciar la visita, los 19 asistentes capitaneados por nuestro guía Manu. En el exterior Manu hizo una pequeña introducción a la visita en la que recordó cuestiones ya apuntadas en la visita inicial: El hospital se ubica en parte de lo que fueron las atarazanas alfonsinas del siglo XIII, gracias a la cesión que realiza la corona en el siglo XVII para la construcción, primero de la iglesia y después del hospital de la hermandad de la Santa Caridad, actuación para la que es fundamental el empuje protagonizado por Miguel de Mañara que se incorpora a la hermandad en 1.662 y solo un año después es designado hermano mayor de la misma y promueve la construcción de la iglesia, en la que marca las directrices de su programa iconográfico. La ejecución del hospital se culmina con posterioridad al fallecimiento de Mañara y en ella se reaprovechan las naves medievales de las atarazanas con su estructura de grandes arcos apuntados.
Luego accedimos al interior, no sin un pequeño sobresalto que nos recordó al funeral que nos impidió la entrada en la anterior ocasión. Ahora nos anunciaron que había fallecido uno de los ingresados y que se estaba llevando a cabo un velatorio. Menos mal que ello no impedía nuestro acceso a las dependencias previstas y el desarrollo normal de la visita.
En el patio principal, compartimentado en dos por una galería intermedia y donde todavía se mantienen las antiguas rotulaciones en mármol con el uso de las diferentes dependencias que se abren a él, sobresalen sus dos fuentes de mármol genovés, con las alegorías escultóricas de la Caridad y la Fe, y la magnífica colección de retablos cerámicos de origen holandés con azulejos pintados en tonos azules, representando escenas bíblicas, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Estos retablos están fechados en la década de 1690 a 1700 y se realizaron para un zócalo del convento de los Descalzos en Cádiz que fue demolido durante la revolución de 1868, con la suerte de que el artista Virgilio Mattoni los recuperó, salvándolos del vertedero. Estos azulejos pasan, a la muerte de Mattoni, por las manos de distintos propietarios hasta que en 1961 se colocan en las paredes de este patio. Las escenas representadas en los siete retablos son las siguientes:
- La resurrección de Cristo.
- Abraham dispuesto para el sacrificio de Isaac.
- Jonás y la ballena.
- Moisés y las serpientes enviadas a los judíos.
- Sansón luchando con los filisteos.
- La crucifixión en el Calvario.
- Jesús con la cruz a cuestas.
Una vez terminada la descripción del patio, Manu nos habló de las cuatro salas hospitalarias que reciben los siguientes nombres: del Cristo, de la Virgen, de San Antonio y de San José. Cada una de ellas presididas por una figura de su advocación.
Siguiendo nuestro recorrido, pasamos al llamado patio de los Rosales presidido por un busto de Miguel de Mañara sobre una columna de mármol, rodeada de arriates y macetas con rosales, algunos de los cuales y según la tradición datan de tiempos del mismísimo Miguel de Mañara. En una de las paredes de este patio está colocado un azulejo de los llamados de Olavide, con los que en tiempos de dicho Asistente se rotularon manzanas, calles y casas de la Sevilla del siglo XVIII. En concreto este azulejo tiene la inscripción de Calle del Ataúd y proviene de una callejuela que existía en el barrio de Santa Cruz antes de la creación de la plaza de Doña Elvira.
A continuación accedimos a la iglesia del hospital, la iglesia de San Jorge. En primer lugar nos detuvimos en el atrio de entrada para contemplar la lápida de lo que fue el primer enterramiento de Miguel de Mañara que dejó por escrito su deseo de ser enterrado en la entrada de la iglesia para que todo el que accediera a ella pisara su tumba. La verdad es que no le hicieron mucho caso y su deseo fue satisfecho durante poco tiempo, pues apenas un año después, sus restos fueron trasladados a la pequeña cripta existente bajo el altar mayor.
Una vez adentrados en la nave de la iglesia, Manu fue repasando las obras de arte que cubren sus paredes, comenzando por los dos cuadros denominados “Las postrimerías”, obras de Valdés Leal y situadas a ambos lados del primer cuerpo de la iglesia, bajo el coro. En dichos cuadros alegóricos se plasma el mensaje doctrinario que quiere transmitir Mañara. En el denominado “Finis gloriae mundi” (El fin de la gloria del mundo) se representa el cadáver en descomposición de un obispo, rodeado de símbolos del poder terrenal y, sobre él, la mano de Cristo portando una balanza que sopesa las buenas y malas obras del finado. El otro cuadro “In ictu oculi” (En un abrir y cerrar de ojos) se representa a la muerte pisando los bienes materiales de este mundo.
A continuación contemplamos los seis cuadros que representan otras tantas obras de misericordia. Fueron pinturas realizadas por Murillo, pero desgraciadamente durante la ocupación francesa cuatro de dichas obras fueron expoliadas y hoy se encuentran repartidas por diversos museos de todo el mundo (San Petersburgo, Otawa, Londres y Washington), esas carencias se han sustituido en la actualidad por reproducciones de los cuadros robados. Los dos únicos cuadros originales de la serie de las obras de misericordia que se mantienen en las paredes de la iglesia son los dos de mayor tamaño (seguramente su envergadura y peso les libró del expolio o que el mariscal Soult que lo ordenó no tenía en su palacio francés pared de tamaño suficiente para colgarlos). En dichas pinturas se representan las siguientes obras de misericordia:
- Visitar a los presos.
- Visitar a los enfermos.
- Dar posada al peregrino.
- Vestir al desnudo.
- Dar de comer al hambriento.
- Dar de beber al sediento.
Las dos últimas son las representadas en los grandes cuadros originales de Murillo que aún se mantienen.
La séptima obra de misericordia, enterrar al difunto, tarea básica de la hermandad propietaria de la Iglesia, está representada en la imagen central del altar mayor con la magnífica representación escultórica del entierro de Cristo, obra de Pedro Roldán con policromía y pintura del paisaje del Calvario de Valdés Leal.
Aparte de la serie de las Obras de Misericordia, de las paredes de la iglesia cuelgan otros dos cuadros de Murillo, el que representa a San Juan de Dios trasladando a un enfermo y el de Santa Isabel de Hungría lavando a los tiñosos.
En ambos laterales de la nave existen cuatro retablos menores, algunos ejecutados por el magnífico retablista Bernardo Simón de Pineda y que contienen obras de arte de primer nivel como la escultura del Cristo de la Caridad de Pedro Roldán, la pintura de Murillo representando la Anunciación de la Virgen, la figura anónima de la Virgen de la Caridad, la de San José de Cristóbal Ramos y las pinturas de San Juan Bautista niño y del Niño Jesús, ambas de Murillo
En el muro izquierdo puede admirarse el púlpito de forja y madera cubierto con tornavoz rematado por la figura alegórica de la Caridad, obra de Pedro Roldán.
El retablo del altar mayor es también obra del mencionado Bernardo Simón de Pineda, magnífico ejemplo de la retablística barroca. Consta de tres calles rematadas por ático y separadas entre sí por columnas salomónicas. Aparte de la representación central del entierro de Cristo que ya se ha comentado, destacan las imágenes de San Jorge, titular de la iglesia, y de San Roque, protector contra la peste tan presente en la Sevilla de esa época. Llaman la atención también los angelitos que sobrevuelan sobre la escena central y las figuras de las tres virtudes teologales situadas en el ático.
Situados los asistentes en el ámbito del altar mayor, pudimos admirar las yeserías barrocas que cubren las bóvedas de la nave y el enorme lienzo semicircular situado sobre el coro, en el muro de los pies de la iglesia, con nueve metros de longitud y cuatro de altura, obra también de Valdés Leal y titulado “La exaltación de la Cruz”.
Una vez ultimada la visita del interior de la iglesia pasamos al pequeño museo habilitado en una de las dependencias del patio principal; en él se expone un repertorio de obras de arte propiedad de la hermandad, de diferentes épocas y autores, destacando los cuadros “Visión de Constantino” de Francisco Herrera el Viejo, “Muerte de Miguel de Mañara” de José Arpa Perea, “La Caridad” de Antonio María Esquivel y sobre todo “La Crucifixión” de Francisco de Zurbarán.
Con lo anterior se dio por terminada una jornada plena de cultura barroca y pictórica, y de doctrinas mañarianas. Conocimos un magnífico conjunto pleno de historia y arte representativo de una Sevilla que ya estaba descendiendo de la cúspide de su esplendor.
Fotos del Evento